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La Democratización de la Idiotez

Hoy estaba matando tiempo en Facebook y el algoritmo me mostró en mi feed una supuesta cita de Mark Twain que había recibido likes de varios amigos.

Normalmente cuando me salen este tipo de citas cliché convertidas en “memes” las ignoro, pero como buen admirador de Mark Twain, me interese en la cita, especialmente porque puedo perfectamente imaginarme a Mark Twain, y su sarcasmo característico, diciendo algo como eso.

Me dio curiosidad saber el contexto en el que Twain dijo estas palabras. Después de par de búsquedas en Google, resulta que no existe récord de que Mark Twain haya dicho eso.

No me sorprendió descubrir que la cita era falsa. Cada vez que reviso las redes sociales me encuentro con este tipo de citas malversadas. He leído suficientes biografías de Steve Jobs como para saber a simple vista que varias de las citas que regurgitan estos ilustres creadores de contenido con su foto son falsas, pero eso no evita que las masas sigan impulsando esta porquería al tope de las recomendaciones de las redes compartiendolas.

Lo más cómico del caso es que estas palabras, incorrectamente atribuidas al padre de la literatura Americana, estaban siendo usadas como muro de la vergüenza para atacar a los que no se quieren vacunar. Todo este circo es auspiciado por el algoritmo morboso de Facebook.  Lo peor es que aparentemente la cita falsa comenzó a rodar por las redes en ingles, y un genio decidió traducirla al español, y compartir el mismo meme. Esta persona pudo fácilmente haber investigado en menos de 5 minutos sobre la veracidad de la cita antes de tomarse el tiempo de traducirla al castellano, pero quizás lo único que le importó fue ver que el meme tenía mucho engagement, y en las redes esto es como el oxígeno. Ya incluso están vendiendo camisetas con la frase en Amazon. En resumidas cuentas: Caos informativo impulsado por descerebrados, y pillos que ganan con la viralización de este tipo de contenido carente de sustancia.

Todo esto me hizo recordar un artículo de Adrienne LaFrance que leí el año pasado en el diario Atlantic  que le tiró bien duro a Facebook catalogandolos como: “una herramienta con el solo propósito de destruir la vida humana.” 

No estoy en contra de las redes sociales, todo lo contrario, pero debemos estar claros de que las redes sociales son el motor detrás de la democratización del contenido, y el “democratizar” algo no significa hacerlo mejor. El pensamiento colectivo, rara vez es el más inteligente. Esto es algo que podemos evidenciar fácilmente mirando las joyas de políticos electos para liderar los cargos más importantes de nuestros países. Mientras más tonta la población, más basura es el contenido popular en las redes. Mientras más tonta la población, peores los políticos que resultan electos.

Hace un tiempo tuve que despedir a uno de los escritores de Bidwise por escribir en un artículo que Ben Franklin fue un ex-presidente de EE. UU. Esta clase de errores son aceptables para un ciudadano promedio que alimenta su cerebro con memes de Instagram, pero no para un periodista profesional escribiendo un artículo en su trabajo. Probablemente su idea provino de algún rincón de este desorden de contenido democratizado que llamamos las redes sociales.

John Adams (mi segundo fundador favorito después de Ben Franklin) decía que “la democracia nunca dura mucho. Pronto se gasta, se agota, y se asesina a sí misma. Nunca hubo todavía una democracia que no cometiera suicidio.”  El pensamiento de Adams seguramente fue influenciado por el de filósofos como Platón que creían que la democracia no era el sistema de gobierno más idóneo. Adams, así como los otros padres fundadores de Estados Unidos, conocían de las limitaciones del mayoritarismo, y se empeñaron en asegurarse de que el sistema de gobierno Americano no desencadenara en una oclocracia. Por eso es que inicialmente para votar en EE. UU., tenías que pagar un impuesto, tener propiedad, y, en muchos estados, pasar pruebas de alfabetización. La meta era lograr siempre contar con un electorado que eligiera el mejor gobierno, no necesariamente la participación de todos.

Las empresas que controlan las principales redes sociales deben seguir trabajando en ajustar sus algoritmos de manera que asignen más peso a la veracidad de la información, pero sobre todo al nivel intelectual de quienes la comparten. No hablo de censurar a nadie, sino de no idiotizar a otros. Tampoco es que sea únicamente responsabilidad de los algoritmos de las plataformas sociales. Tú también juegas un papel en esto de darle un alto a la viralización de la idiotez, ya que como tampoco dijo Mark Twain: “Una pequeña mentira puede viajar medio camino alrededor del mundo, mientras la verdad aún está atándose sus botas”

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Vanesa
Vanesa
3 years ago

Se tenia que decir. Ni hablar de las influencers mostrando el trasero usando frases de otros como si fueran de ellas hahaha